Es probable que tu hijo/a resuelva las cosas diciendo: ¡Yo no he sido, mamá!, ya que para ellos culpar es la manera que tienen de evitar la desaprobación y los posibles castigos. Aún desconocen ciertas normas, y nuestra labor será la de aseguramos que sean fieles a sus actos y no desvíen la culpa. Porque al fin y al cabo asumir responsabilidades es una tarea que requiere años de práctica.
Resulta gracioso cuando no para de repetir que no ha sido, sin percatarse de las pruebas que lo inculpan; pero más allá de una travesura, los niños se pueden acostumbrar a ocultar lo que hacen y a sustituir su nombre por el de otro, u otros.
Los padres, ¡mucho ojo!
Para ser responsable hay que aceptar las consecuencias de sus palabras o de sus acciones y eso se lo enseñamos los padres. Me encuentro por mi trabajo en ocasiones con padres que están obsesionados por crear una imagen perfecta de los niños. Se preocupan en salir en su defensa cada vez que surge una dificultad y como es evidente no se aseguran de la culpabilidad o participación de su hijo, se dirigen sólo y exclusivamente a barrer debajo de la alfombra y poner a su hijo/a fuera de toda sospecha. De esta manera no crearemos adultos responsables, no, lo que haremos será crear adultos que no serán capaces de enfrentarse a sus decisiones.
A la larga esta conducta de los padres otorga muchas papeletas para que el niño se convierta en el prototipo de adulto que anda culpando a los demás de lo que le pasa, ya sea en el trabajo, lo mal que le trata la vida, en la relación de pareja…. Por eso es necesario enseñarle. Es necesario que entienda que no hay nada malo en decir: ” Yo lo he hecho, voy a intentar no hacerlo más” Aprender el sentido de la responsabilidad es uno de los pilares para ser un adulto de provecho, como dirían las abuelas.
Está claro que los niños necesitan oportunidades para demostrar que ellos son responsables de sus acciones. La forma más sencilla es empezar desde los primeros años. El cuidado del material del colegio, sus propios juguetes, realizar las tareas escolares, recoger su ropa después del baño… en el día a día tenemos innumerables formas de educarle para convertirse en responsable. Estas tareas diarias son oportunidades que no podemos perder para que desarrolle un fuerte sentido de la responsabilidad personal.
La responsabilidad es un rasgo muy positivo y saludable y por ello es bueno que vea un sentido de satisfacción interna cuando hace algo y lo enmienda acatando las consecuencias (felicidad, orgullo por hacer las cosas bien) más que las recompensas (si recojo la habitación me dará un euro)
Responsabilidad ¿hasta dónde?
Desde muy pequeños necesitan ser capaces de tomar decisiones (aunque evidentemente están controladas) y sentir que tienen cierta autoridad en lo que deciden. Bien, la forma de hacerlo es la de imponerles alguna tarea en casa e ir siempre ampliando a medida que sea más grande. Creo que somos suficientemente lógicos como para detectar si estamos exigiendo demasiadas responsabilidades a un niño. No hay una barrera que limite por edades, pero cada padre y madre conoce a su hijo y es quién debe decidir.
A través de la practica y con el paso del tiempo los niños comienzan a verse con más confianza en sí mimos. Se sienten productivos, y esta sensación les hace verse importantes y valorados y esa es la meta que como padres debemos buscar para nuestros hijos.
Enseñarles, ¿Por dónde empiezo?
- Compromiso. Es tan importante como lo que se consigue.
- Eres su mayor ejemplo. No pongas excusas si te has comprometido con algo. Que vea que a pesar del esfuerzo cumples con lo que tienes que hacer y te responsabilizas de tus palabras o de tus obligaciones.
- Comunicación, si no hablamos en casa de las cosas que ocurren en la familia, mal lo llevamos. Hablar de logros y errores de todos los miembros de la familia es una manera de mantener la comunicación y animar a que sean responsables.
- Usa libros. Ya lo he contado en muchas ocasiones, los libros nos abren muchas puertas con los niños. Los libros permiten identificarse con un personaje y entender una experiencia que le sucede a otros. Los libros nos permiten vivir emociones que muchas veces cuesta identificar.
- Si le cuesta gestionar su tiempo y eso en ocasiones le lleva a no cumplir con ciertas responsabilidades, enséñale.
- No dudes en mostrar lo orgullosa que estás cuando se enfrentan algo que ha hecho mal y debe resolver. Este momento forma parte de la creación de su carácter y es importante que vea que estás ahí y te enorgullece saber que si se equivoca sabrá enmendarlo. Errores cometemos todos.
Y no olvides plantearte…
- ¿Me disculpo con mis hijos cuando cometo un error?
- Desvío la culpa o asumo mi parte de la responsabilidad
- ¿Cumplo lo que prometo?
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