¿Te has preguntado alguna vez si eres feliz? ¿Has pensado que la felicidad en cierto modo depende de ti? y ahora pensándolo detenidamente, ¿te consideras una mujer feliz?
He elegido hablar de este tema, porque encuentro cada vez a más gente interesada en saber sobre la felicidad, y en cómo lograrla. La semana pasada en uno de los grupo de mujeres, de femenino y singular, se habló de personas que son felices, y otras que por el contrario se muestran desgraciadas y no encuentran nada, o casi nada, que sea positivo en su día a día.
¿Cómo saber si eres feliz?
Empecemos primero por definir lo que es la felicidad. La felicidad es una emoción, y como todas las emociones se puede controlar y comprender. Quiero decir, que en realidad la felicidad es la traducción de sensaciones de placer y satisfacción. Así que cada uno tiene su propia visión de la felicidad. Con respecto a una definición concreta, me quedo con la de Robert Ingersoll que citaba la felicidad como una consecuencia, no una recompensa.
Para mi, al igual que para Ingersoll, la felicidad se puede trabajar y es lo que te hará sentir que eres feliz. Pensamientos positivos, relaciones personales sanas, cultivar una vida plena… eso me llevará a sentirme feliz, será la consecuencia de mi forma de actuar. ¿Qué opinas?
¿ Eres feliz por una cuestión genética o se puede moldear?
Las dos cosas. Por un lado he de decir que hay un componente hereditario bastante potente. La psicología evolutiva nos habla de determinantes de origen genéticos relacionados con la extroversión, el humor, la tendencia a la depresión… y que este reparto genético aporta aproximadamente el 50% . Y esto es cierto, trabajo con muchos niños desde muy pequeños y eso se ve. Su predisposición a actuar de una forma u otra es palpable desde los primeros años.
De la misma forma que hay un componente genético, hay otro componente igualmente fuerte que es el aprendizaje, es decir lo que hagamos por mejorar nuestra predisposición natural. Por eso no está la batalla perdida, el pensamiento positivo se ensaya y puedes llegar a cambiar tu perspectiva a la hora de ver las cosas, si realmente lo deseas.
Hay personas que tienden a lo positivo, a encontrar lo mejor de todo incluso cuando tienen algún suceso trágico. Está más que comprobado y si conoces a alguien así o te consideras una persona feliz, lo habrás comprobado. A este tipo de personas después de un suceso trágico, lo pasarán mal, lo asimilarán y pasarán un periodo duro, pero después de un mes, o dos, vuelven a lo que son inicialmente: personas positivas. No se hunden en contratiempos de la vida. Y de la misma forma, existen opuestos. Existe gente que se siente desgraciada por naturaleza. Les puede tocar el Euromillón, pero después de pasar la euforia inicial, volverán a su esencia.
Todos queremos ser felices
Querer ser feliz es una necesidad inherente al ser humano, es el objetivo de cualquiera, puesto que se cree que si eres feliz todo irá bien. De hecho, cuando nos preguntan sobre un deseo de futuro para nuestros hijos la respuesta casi inmediata de todos es “que sean felices”. Entonces estaría la pregunta: ¿Se puede perseguir la felicidad hasta alcanzarla? Mi opinión es que no, que la felicidad es algo que está en cada uno de nosotros y verla o sentirla es una cuestión de valores, de preferencias. Como te decía antes, es un concepto tan abstracto en sí, que creo que la felicidad te la otorgas tu misma, con tus limitaciones y con tus potencialidades.
Por tanto, ser feliz es algo que está a tu alcance. Lo tienes en ti, en la manera en la que diriges tu pensamiento y así poder orientar tu percepción sobre la felicidad.
Miedo a ser feliz
Cuando hablo de ser feliz, no visualices una imagen bucólica de todo en rosa, no me refiero a ignorar los problemas reales. Tratar la vida desde un prisma de felicidad, se basa en ampliar la forma en la que se miran los problemas que no rodean a diario. Se trata de acercarnos a lo que está pasando desde una actitud positiva.
Cuando aprendemos a manejar nuestras emociones, a entender el mensaje, a dirigir la perspectiva desde un punto más amplio, conseguiremos asumir y aprender a ser más felices.
Hace poco leí un estudio sobre lo que se obtiene manteniendo un pensamiento positivo de la vida. ¿Y qué se obtiene? pues algo tan bueno y necesario como una óptima salud física y mental. Es evidente que en parte por el descenso del estrés, pero también por ese comportamiento saludable que te llevar a realizar cosas positivas.
Hay que entrenar la forma en la que miramos lo que nos sucede, puesto que se puede entrenar. ¿Cómo? tan sencillo como desarrollando optimismo y gratitud
Cuidado con el diálogo interior negativo
Tendemos de manera general a pensar en lo que nos falla, ya lo expliqué en el post sobre cómo fomentar el pensamiento positivo en los niños. Nuestro cerebro primitivo, por una cuestión de supervivencia busca aquellas situaciones peligrosas y por tanto negativas, antes que las positivas. De ahí que la tendencia natural sea pensar en lo que falla, en lo peligroso.
El diálogo interior, es aquello que te dices a ti misma mentalmente. Es tu voz interior y tiene mucho poder en cada uno de nosotras. Tanto, que si tienes este tipo de pensamientos críticos, afectará gravemente a tu autoestima. Por eso te pido que cuides ese diálogo interior puesto que no siempre nos ayuda.
Ejercicios para practicar
Después de lo que hemos hablado e independientemente de nuestro grado genético de positivismo, es posible aprender y practicar las habilidades que promueven la felicidad. Te propongo varios cambios para integrar a tu vida diaria. Cambios que promueven el desarrollo del pensamiento positivo. ¿Te animas a practicarlas?
- Aprender a perdonar: si no lo haces, vives pendiente de algo que aún no está resuelto y no te deja avanzar. Mucho cuidado con mantener estos pensamientos.
- Buscar metas que potencien tu vida como algo consciente, dando un sentido significativo a lo que haces
- Ejercicio físico
- Quedar con las amigas y reír. La mejor manera de combatir los reveses de la vida es incluyendo fuertes relaciones sociales.
- Trabaja el humor. A veces, sólo con buscar y reconocer el punto de humor de una situación puede disminuir el estrés. No te ha pasado alguna vez algo desagradable, que ahora en el tiempo y al contarlo te produce risa, pero en su momento no fue así. Te lo tomaste muy en serio e incluso te afectó, y ahora lo ves desde otro prisma, mucho más relajado.
- Trata de ser tu misma. No seas lo que los demás esperan que seas, olvídate de complacer. No vivas la vida de los demás.
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