(Imagen de Svetoslava Madarova, a través de Getty Images)
Cuantas veces escucho a madres y padres, hablar de su hijo perfeccionista con orgullo, y lo hacen sin la menor intención, ya que en nuestra sociedad el perfeccionismo está bien valorado. Famosos deportistas, cantantes expresan que son perfeccionistas y esto le ha traído lo que son ahora. Pero según que casos, el perfeccionismo no siempre es tan bueno, sobre todo para quien lo padece en exceso.
Lo queramos admitir o no, esta perfección es una carga excesiva para un niño. Puede llegar a ser patológico y depende de ti que tu hijo perfeccionista conviva en su día a día con niveles altos de estrés, o por el contrario se permita vivir con menor autocrítica. Al fin y al cabo cuando hablamos de perfeccionismo, hablamos de personas con estándares altos. Y cuando lo hablamos en relación a los niños, hablamos de aquellos que necesitan dar el 100%. Niños que antes de un examen importante sufren, y si no sucede lo que ellos esperan, muestran una gran angustia. Como nadie quiere esto para sus hijos, hoy te propongo hablar de este tema. Es importante que si reconoces esta característica en tu hijo o en ti, reflexiones sobre ello. No lo dejes como si no tuviera tanta importancia, porque te diré que sí la tiene.
Hablemos de ti…
Es importante cuando hablamos de niños perfeccionistas, reconocer cómo se ve en casa esta actitud del niño. No siempre el hijo perfeccionista lo es por aprendizaje de sus padres, pero si es muy importante detectar si es un mecanismo aprendido o no. Por eso te propongo que reflexiones sobre tu forma de actuar y respondas a las siguientes preguntas que van a ayudarte. ¿Eres flexible o por el contrario te pasas el día marcando objetivos a cumplir? ¿Alguna vez te relajas y te dejas llevar? ¿Necesitas tener todo “bien atado”?
Los niños aprenden de muchas formas, pero principalmente de lo que ven. Lo primero es reconocer si de manera inconsciente, mantienes esta exigencia contigo misma. Si es así, te ayudará para entender cómo le educas y por donde empezar. Lo primero es aprender a relájate y ríete de tus propios errores, inténtalo. Este ejercicio es perfecto para mostrarles a los niños que no todo debe ser excelente. Primero rebaja esa tensión que mantienes contigo misma para luego plasmarla en la educación de tus hijos. Debes entrenarte antes, porque de lo contrario te resultará más complejo ayudarle.
Hay algo que quisiera contarte y que encuentro en mi trabajo con muchas madres, aunque igual a ti no te ocurre. A veces estas mujeres perfeccionistas consiguen que sus hijos se sientas juzgados constantemente por los comentarios de su madre o padre perfeccionista. Pueden llegar a sentir que no están a la altura y que sus padres no les consideran suficientemente buenos. Así que mucho cuidado con lo que les decimos, o les exigimos. Siempre, y aplícalo a cualquier situación, a los niños hay que demostrarles que estamos orgullosos de cómo son y de quienes son, independientemente de lo que consigan.
No quiero que al describirlo así, puedas creer que ser perfeccionista es malo, no, claro que no lo es, pero esto como en todo, un exceso nos lleva a una patología. Vivir siempre exigiéndonos un grado de perfección no es sano. El rendimiento que te autoimpones, esa necesidad de hacerlo todo lo mejor posible, puede convertirse en tu medio de vida. Y eso no lo queremos para nuestros hijos. Son demasiado pequeños para llevar una mochila tan pesada.
¿Qué implica?
En muchas ocasiones el perfeccionismo está motivado por el miedo al fracaso, por el miedo a decepcionar, ya sea a los padres, a si mismo… No siempre como te contaba antes, viene relacionado por padres perfeccionistas, puede ser algo suyo, puede ser innato, no aprendido. Hay una búsqueda de aceptación, por la razón que sea, y trabajarlo desde pequeños es bueno. Hablar con tu hijo, preguntarle sobre cómo se siente es un buen ejercicio.
Si tu hijo perfeccionista es muy autocrítico, deberás actuar rápido, ya que una continua autocrítica puede llevarnos a una baja autoestima. Piensa que si ha mecanizado esta actitud de “yo puedo” y no lo consigue, la frustración consigo mismo puede ser enorme. Rebajar su nivel de exigencia antes de que le pase factura a su autoestima, es primordial.
Hijo perfeccionista, ¿Cómo le ayudo?
Iré a lo básico: aprender a reírse de uno mismo, y saber perder. El objetivo que te vas a trazar con tu hijo o hija es que consiga un equilibrio, dejar atrás la vocecita interior de “fracaso o éxito”. Debes conseguir que el niño tenga el control de su propia perfección. No dejará de ser un niño o niña perfeccionista por decirle, “no necesitas hacerlo todo bien” o ” no seas tan exigente contigo mismo” . Estas frases no tendrán efecto. Uno no cambia un mecanismo sólo porque alguien me repita constantemente que debo relajarme, no funciona así
- Jugar en familia a juegos de mesa y que pierda. Recuérdale que no competimos, que lo hacemos para pasar un rato y que no siempre se gana. Es importante que pierda la partida para reconocer su reacción e ir moldeándola.
- Jugar un partido y que su equipo no gane: el deporte es en equipo y la responsabilidad es de todos. El equipo no es él, son muchos y perder sólo nos enseña que debemos cambiar algo en nuestra táctica de juego, o mejorar nuestra habilidad. Está practicando un deporte que le gusta, lo primero es disfrutarlo. Recuérdale: “si no sabes disfrutarlo, te estás perdiendo lo mejor”
- Ha suspendido un examen del cole o ha bajado la nota. Normalmente los niños perfeccionistas, son niños académicamente buenos. Ya lo dije antes, el miedo a defraudar es uno de sus motores. Bien, explícale que no pasa nada, que lo quieres tanto si saca un 10 como un 6. Insistir mucho en que no te ha decepcionado y que le quieres por quién es. Resta importancia al examen. Esa misma tarde, si puedes, o al día siguiente sal con él/ella a dar una vuelta. Siéntate a tomar un chocolate, o un helado. Mejor si no hay hermanos de por medio. Pasear y hablar le restará tensión.
No Comments