Hace cosa de un mes, asistí a un partido de fútbol de esos de niños que pertenecen a un club. La verdad es que fue más una investigación sociológica sobre la competitividad. Mi amiga insistía en que lo que se escuchaba en las gradas no era normal, y me propuso que fuera a ver a su hijo, pero sobre todo, que prestara atención a las reacciones y comentario de los padres.
¡¡Horror!! Si esta tensión la viven los padres en liguillas menores, no quiero ni pensar la ansiedad que generará en estos niños cada encuentro.
Ser siempre el primero
Parece que la necesidad por ser el mejor se ha convertido en una epidemía en los niños actuales. La competitividad en cierto grado no es mala. Lo malo es encontrarse niños entrenados para ser competitivos. Mejor dicho, padres que entrenan el espíritu competitivo en sus hijos.
Algunos piensan que ser demasiado competitivo no es bueno, otros por el contrario afirman que viendo el futuro de estos niños, mejor estén preparados. No creo que sea una cuestión de si la competitividad es buena o mala. Aquí la gran cuestión está en el niño. Deberá mantener el equilibrio entre lo que el padre/madre espera, y su propia percepción de lo que es ganar o perder. Y eso para un niño es complejo si no le das herramientas.
Los padres estamos en la mejor posición para enmendar y aliviar este comportamiento competitivo en exceso. Es más sano enseñarle a trabajar en equipo y a mostrar espíritu deportivo. Enviarles el mensaje de que no siempre se gana y que uno no puede ser el mejor en todo. Tu hijo será más fuerte emocionalmente si se le enseña a superarse. Que entienda que el esfuerzo por mejorar es positivo, y evidentemente que si no lo logra no será el fin del mundo.
La competitividad se practica con los hermanos
Las rivalidades entre hermanos forman parte del desarrollo de un niño. Entran en juego muchas variables familiares, y emocionales, y es perfectamente comprensible esta rivalidad. Les permite explorar lo que se siente al competir en un entorno más seguro. No es lo mismo mi casa, que conozco las reacciones de mi hermano/a y sé en que puedo ganarle, que en el patio del colegio.
Yo tengo dos hijos, y estoy segura que lo que te voy a decir te suena. Desde que se levantan están compitiendo.Que si me he vestido antes que tú, que si me he tomado más leche, que yo ya se leer y tú sólo sabes escribir tu nombre… en fin, si tienes más de un hijo sabrás de que hablo. Los padres tenemos que ir limando estas conductas, que si bien son normales, no debe ser la guía por la que un niño establezca su conducta. Tampoco temas que por estar todo el día de esta forma, tengan niveles altos de competitividad. Es un proceso más de celos que de competición en sí.
El sabor del éxito
A todos nos gusta ganar, eso es evidente, pero la diferencia con un niño competitivo es que le gusta que todos sepan que es un ganador. Y el siguiente paso, es hacerles ver que a los amigos o hermanos que son unos “perdedores”.
La gran dificultad de estas personas demasiado competitivas es que siempre estarán midiendo el rendimiento de los que le rodean. De esta forma si le haces creer a un niño que para ser valioso hay que ser el primero, le estarás condenando a una inseguridad perpetua.
Determinar su propio valor, le dará más alas para ser un futuro adulto emocionalmente competente. Lo que debes hacer es enseñarle a ganar y a perder. Si le enseñas que perder es una oportunidad de mejorar, de aprender y de reflexionar sobre lo que debe mejorar, tendrás la mitad del camino hecho.
Te en cuenta lo siguiente:
– Moderar la preguntas sobre el resultado. ¿Cuántos goles has metido?
– Respetar el deporte, y así enseñárselo al niño. El amor por el deporte va más allá del mero hecho de ganar. A todos nos gusta el sabor de una victoria, pero no siempre se consigue.
– Lo realmente importante es que saque lo mejor que pueda de si mismo. Que tenga la sensación de haber dado lo máximo y verse satisfecho.
Competitividad, examina si…
Es bueno reflexionar sobre la forma en la que estamos educando a nuestros hijos. Como siempre, te incluyo unas preguntas que ya sabes cómo debes contestar: con tranquilidad y sopesando la respuesta. Escríbela en ese cuaderno en que tanto insisto, y reflexiona si debes cambiar algo.
– Si tu hijo/a pierde un partido, ¿cómo reaccionas?
– ¿Qué esperas de tu hijo/a? ¿Se lo haces saber?
– ¿Cómo le enseñas a valorarse según sus características?
– ¿De que forma haces hincapié en enseñarle valores como empatía, humildad, lealtad? Son valores muy relacionados con la competitividad y el trabajo en equipo.
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