Cada una de nosotras ejerce su maternidad de una forma concreta. Lo determina tu carácter, tu estilo de aprendizaje, la manera en que afrontas las situaciones… Cuando somos pequeñas instalamos en nuestra mente la idea de la súper-mamá. Jugamos a ello, y practicamos con el Nenuco durante nuestra infancia, creyéndonos una mamás perfectas. En la etapa adulta seguimos manteniendo esa idea con algunas variables. Generamos un concepto romántico de la maternidad que en ocasiones nos juega una mala pasada. Y ese concepto ideado en nuestra cabeza, sobre cómo debe ser la maternidad, nos golpea muy fuerte cuando nace tu primer hijo.
La culpa, esa sombra
Independiente de tu carácter, existe un sentimiento universal en la mayor parte de las madres, y es el sentimiento de culpa. Y el abanico es tan amplio…culpabilidad porque nuestro trabajo no nos permite asistir a su fiesta de fin de curso, o culpabilidad por decirle que es un niño muy malo y que siempre se porta mal, cuando en realidad no es así, pero estaba tan enfadada que lo solté… en fin, una larga lista que hace que este pensamiento se haya instalado en la vida de muchas de nosotras.
La culpa no es sino la sensación de que lo que hacemos está mal hecho, y es por tanto el resultado de juzgarnos. Y dependiendo de las veces que te juzgues y la dureza con lo que lo hagas, sentirás esta emoción de manera más o menos permanente en tu vida.
Este juicio es principalmente por esas expectativas que nos marcamos y que entendemos que debe tener una madre. No hay que explicar que es uno de los sentimientos más negativos. Te hace dudar, te paraliza.Y nos pasa a todas. Dependerás en cierto modo de tu carácter, pero en general, hasta la mujer más segura del mundo dudará de su maternidad. En nuestra cabeza llevamos el run-run diario de: ¿no le estaré exigiendo demasiado para su edad? ¿igual soy demasiado protectora?. ¿lo estaré haciendo bien?
La culpa como toda emoción es importante que exista. Surge durante la infancia cuando los adultos que nos rodean nos hacen responsables o culpables de algunas cosas. Luego con los años, cada uno se va generando su propia culpa. Esta emoción existe para poder cambiarla y crecer con ella, no para que nos amarguemos. Mucho cuidado con la culpa en general, pero más concretamente con este tema, que es la culpa asociada a la maternidad. Lo importante es lo que haces con ella, ya que te condiciona para actuar de una forma o de otra.
La primera regla es que actúes de manera coherente, quiero decir, hacer lo que creas que es lo mejor. Olvídate de la madre perfecta, la madre amiga de sus hijos, la madre siempre divertida. Ser madre ya es complejo, como para encima intentar jugar otro papel. Tómalo con calma porque ejercer la maternidad puede resultar muy duro y es un camino muy largo.
Algunos mandamientos para disfrutar de tu maternidad
1._ La supermamá no existe, puede que conozcas a alguna mamá, de esas estupendas que siempre van monísimas y parecen saberlo todo de cómo criar a los hijos. Bien, eso no es real. Te repito: no es real. Está sólo en tu imaginación. Esa mamá también tiene dudas, ¡seguro!
2._ Piensa que la culpabilidad es un ingrediente que añadimos las mujeres cuando somos madres. Tendemos a pensar que sólo nosotras podemos encargarnos de forma correcta de los niños. Y cuando no estamos ejerciendo de madre, sentimos que no estamos haciendo las cosas bien y aparece la culpa. ¿Crees que tu marido se siente culpable cuando no está con tu hijo por ir al estadio de fútbol o por ir al gimnasio? ¿Te pasa a ti lo mismo? Estoy convencida que estás en la peluquería, en el gimnasio o tomando un café con las amigas y a la vez tienes en la cabeza, la preocupación de saber si los enanos estarán bien atendidos, si tu marido es capaz de controlarlos. No le subestimes, él puede, y tú tienes derecho a disfrutar de tu tiempo.
3._ La clave: reconocer las cosas. Hay situaciones que son así porque sí y han sucedido de esa manera. Ante estas situaciones no hay vuelta de hoja. Reconoce lo que pasa y aprende de ello. Si sueltas la culpa, podrás ejercer de madre mucho mejor, y tus hijos te lo agradecerán.
4._ Positiva. “Siempre positivo, nunca negativo” ¿Recuerdas la famosa frase de Van Gaal?
5._ Disfruta de la etapa que estás viviendo. Cada año de tus hijos es un proceso, es una transición a otro nivel y es bueno disfrutar del momento. La vida es un camino que debes andar lo más cómoda posible, así que piensa en ir quitándote aquello que te molesta y no te deja andar.
6._ Dedícate tiempo. Oblígate a ello. Eres mujer y por tanto es bueno para tu estabilidad emocional tener otras vías de escape. Si tienes fuerza y te encuentras positiva y con expectativas de futuro, eso se reflejará a la hora de educar a tus hijos. Quedar con amigas, irte a tomar algo, salir con tu pareja…
7._ No te juzgues. Es importante que entiendas que cuando se tienen hijos debes tomar decisiones, unas más importantes y otras no tanto. En ocasiones cometerás errores, pero eso forma parte de este capítulo de tu vida. La perfección no existe, ¿lo sabías?
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