Es evidente que he sido algo drástica con el título del post, pero en el fondo, algo de verdad lleva. No utilizo esta plataforma para hablar de mi vida personal, pero después de la recomendación de mi amigo J. para escribir sobre ello, he pensado en utilizar un suceso de hace una semana para hablar de cómo enfrentarnos a situaciones y salir sin grandes daños emocionales.
La gran sorpresa
¿Has vuelto de vacaciones y te has encontrado con la casa desvalijada? Si no lo has pasado nunca, me alegro, pero si ya has pasado por ello, estoy segura que entenderás lo que voy a contar a continuación. La sensación de que te han entrado en casa, es indescriptible. Entrar en un espacio familiar y darse cuenta que muchas de tus cosas no están en su sitio habitual, trae consigo una gran variedad de emociones. Inseguridad, ira, tristeza, sensación de violación de tu intimidad…
Desafortunadamente para ellos, poco se llevaron, porque poco tenemos, pero entre todo, estaba algo que para mí es importante: mi vida y la de mi familia en vídeos y fotos. ¿Qué si tenía copia de seguridad? sí claro, pero también se la llevaron. Así que me he quedado compuesta y sin novio, más bien, sin presentación de los cursos que imparto, sin información personal, facturas… en fin, que con la historia del eco-friendly, la impresora trabaja muy poco en casa… 😉
El valor de las cosas
El tema en cuestión está en si relativizamos todo. Es evidente que no es un mal mayor, es decir, no es una gran tragedia, pero esa intrusión en tu mundo personal te afecta durante un tiempo. Una conocida me dijo al día siguiente: “pero no se te ha muerto nadie, es algo muy común y no tienes que darle más importancia” y en ese momento me vino a la cabeza, no sólo su falta de empatía, sino el entendimiento de que un suceso, sea de la envergadura que sea, debes expresarlo y sentirlo. Por mucho que justifiques el episodio con frases como “afortunadamente no estaba en casa” o “al menos no me han destrozado la vivienda”, no significa que no debas sentir nada. Hay emociones que se deben vivir independientemente del grado de tragedia que se le pueda dar. Primero sorpresa, luego negación, tristeza, rábia, miedo e inseguridad y por último: aceptación. El proceso de este duelo hay que sentirlo, en el fondo has sido víctima,pero sin caer en victimismos, claro.
En realidad el vínculo mental que nos ata a una situación de este tipo, son los enlaces con nuestro pasado, con las historias que van impresas a un objeto. El valor que cada uno le otorga a las cosas. Independientemente de que sean materiales o no, resultan insustituibles, pero por otro lado y siendo algo más fríos, ¿realmente son insustituibles?
Cambiar el pensamiento
En mi caso he reflexionado sobre ello, es evidente que me encantaría recordar a mis hijos cuando eran más bebés porque en el fondo te queda un recuerdo muy vago, el tiempo pasa y la memoria olvida muchos detalles. Pero luego entiendo que quizá en mi empeño por querer tenerlo todo, quiero decir, por tener la posibilidad de ver sus vídeos una y otra vez, y no olvidar esos momentos, ha sido lo que me obstaculizaba y apenaba más. Me acostumbré a verlos, a pasar grandes ratos editando películas de sus hazañas, que no reparé, que con el vago recuerdo en mi memoria de sus hitos infantiles son suficientes. Los sentimientos de esos momentos no se borran y los tengo grabados en mi cabeza y eso es lo más importante.
Todo esto me hizo pensar que no los necesito, de verdad que no. Cuando era pequeña no había vídeos, pero recuerdo el olor de la casa de mi abuela, las risas con mis amigas en la adolescencia, las primeras salidas en la universidad… en definitiva, una vida que la tengo grabada a base de olores, sensaciones, sentimientos que me llevan a esos años sin necesidad de un vídeo o una foto.
Con los días te das cuenta que sí, que hay que olvidarlo y volver a la rutina. He podido hacerlo en pocos días y quitarte de la cabeza el miedo de que vuelva a ocurrir y buscar soluciones. Ha sido la mejor manera de afrontar la realidad. Una semana difícil, pero la reacción positiva ha funcionado mejor. He pasado de forma rápida mi propio duelo y ahora estoy en el pensamiento de: “nada es tan malo como uno permite que lo sea”
2 Comments
Hola Mónica, me ha gustado muchísimo tu reflexión de hoy porque se puede aplicar a cualquier situación y ha sido una buena lección.
Muchas gracias
Me encanta la forma en la que nos cuenta como debemos buscar los puntos positivos de la vida. Gracias por compartirlo. Siempre se aprende algo con usted. Le escribo y le sigo desde Manchester.