¿Te han dicho alguna vez? : “¡es que eres una mandona!”. Intuyo que sí, ya que el uso de la palabra mandona, está tan arraigada en nuestro vocabulario, que estoy convencida que en más de una ocasión te lo han dicho ¿Y a tus hermanos o primos?
Una mujer es mandona en cuanto tiene dotes de mando o tiene claro lo que quiere hacer y es directiva. Pero me pregunto, ¿y ellos nunca son mandones? Ah! no, que tonta, no me acordaba que en ellos es normal mantener una comunicación directiva y ser líderes.
No soy mandona
¿Te habías parado a pensar en esto? ¿O habías asumido esa palabra como parte de tu personalidad? Yo tengo que admitir que de pequeña me lo decían bastante, aunque ahora no podría decir que esa palabra me define, quizá lo haya reprimido…no sé…tengo que pensarlo. 😉
Sheryl Sandberg, de la cual ya te hablé en este post y cuyo libro te recomiendo, ha comenzado hace poco una campaña para el empoderamiento de las niñas. Utilizando la palabra Bossy (mandona en castellano), para reclamar el liderazgo femenino. Según dice, y con lo que estoy completamente de acuerdo,es que ” por miedo a ser calificada de mandona, las niñas temen adoptar roles de liderazgo”. Un niño en el cole puede ser líder y afirmarlo, pero la niña no lidera grupo en clase, no se pone la primera del batallón. Por norma, las niñas suelen ocupar un lugar secundario. Es evidente que no sólo esta palabra es la que ocasiona este comportamiento en nosotras, pero si queda claro, que es un calificativo muy usado para las niñas, y que encierra una etiqueta.
Para esta campaña se ha rodeado de gente conocida e influyente, y así poder difundir el mensaje. Ha contado con Condoleezza Rice, Beyonce, Jennifer Garner, Diane von Furstenberg…El vídeo lleva el reclamo: I´m not bossy. I´m the boss.
[tube]http://www.youtube.com/watch?v=6dynbzMlCcw&feature=player_embedded[/tube]
El uso del lenguaje
Es evidente que el concepto mantiene una connotación negativa. Si una niña es franca y directa, el mensaje que les llega a los demás sobre esa conducta no es positiva. Generalmente, los adultos se han mostrado reacios a mostrar a las niñas como líderes. Afortunadamente la escuela actual lucha por mostrar las habilidades de cada uno, independientemente de estereotipos, pero la herencia cultural sigue aún presente.
Estoy completamente de acuerdo en la importancia del lenguaje, en los mensajes que les transmitimos a los niños. Necesitamos calibrar para criar a nuestros hijos en adultos competentes. No podemos olvidarnos que los niños al crecer van recibiendo datos de cómo debe ser un hombre y cómo una mujer y esos estereotipos incluidos en nuestro lenguaje hacen flaco favor al progreso de la igualdad de géneros.
Estoy con la señora Sandberg en que esta palabra hace mucho daño al género femenino, pero de la misma forma que lo hacen otras palabras. Sigo a la organización Lean In que encuentro interesante por el material e idea principal. He leído también las respuestas negativas que esta propuesta Ban Bossy ha generado. Se quejan de utilizar una palabra para luchar contra las diferencias de género y una palabra que tampoco es muy usada. Creo que es sólo una propuesta, un hilo conductor para reclamar un cambio social. No lo encuentro tan desorbitado, no sé que te parecerá.
Compresiblemente no podemos cambiar el mundo en dos días, pero si poco a poco vamos cambiando el lenguaje, los estereotipos y las creencias, avanzaremos, y los niños futuros se convertirán en adultos más dispuestos a cambiar lo que aún está por hacer.
Liderazgo
Estoy convencida que ante el liderazgo estamos en desventaja. No por capacidades o habilidaes,es evidente, es más bien por una cuestión educativa y de rol tradicional de las mujeres. Afortunadamente hay cambios sociales para la mujer, pero claro, el proceso es lento, y no puedo estar más convencida, que somos nosotras las primeras que debemos cambiar. Un dato, después de todos los avances en materia de igualdad y reparto de tareas, las mujeres después de 20 años seguimos asumiendo tres cuartas partes de las tareas domésticas. ¿Dónde está el cambio? Olvidemos por un momento las políticas de igualdad, tendremos que admitir que la maternidad comporta un cambio radical de prioridades y el techo de cristal, aunque no queramos creerlo, sí existe!
Por tanto, mi idea es que mientras las cosas van cambiando, no nos podemos permitir criar a hijas e hijos, con creencias diferenciadoras de las capacidades de cada uno de los sexos. Los niños futuros deben crecer sabiendo que todos, con nuestra forma de ser, con nuestros aciertos y errores, podremos hacer todo aquello que nos propongamos sin importar si eres hombre o mujer.
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