Igual no lo sabes, pero la forma en la que te valoras afecta a todos los aspectos de tu vida. Y si eres madre, más, porque tienes que enseñar a tus hijos, que la valoración que uno se hace de sí mismo, es primordial para una buena vida emocional.
Al tener hijos, presentamos un enfoque hacia la vida totalmente diferente. Nos olvidamos de nosotras para atender a otros.
Cuidarnos para poder cuidar de nuestros hijos.
A las mujeres nos supone un gran desafío. Es una cuestión cultural y educativa de la que ya he hablado en muchas ocasiones. Nos sacrificamos para cubrir las necesidades de los demás, sin pensar en nosotras mismas. Ya hablé de ello en este post. Si hablo que a las mujeres nos cuesta, imagínate cuando llegan los hijos, y principalmente los primeros años. Se acabó dedicar horas a ti misma, ¿ir de shooping como antes?….no, ahora sólo vas de looking, 😉 lo que haces es entrar en las tiendas de niños. Tus prioridades son otras, y te alejas de cuidarte y mirar por ti. Ahora proyectas hacia otro lado y eso se paga si no eres capaz de poner freno. ¿Cuándo fue la última vez que saliste con amigas? ¿Y una tarde tranquila, de esas en las que no hay prisa?
Si sigues el blog, sabrás que repito una y otra vez, que nada puedo hacer por educar a mis hijos de forma emocional, si yo no cuido de mi interior. Valorándome ayudaré a mis hijos a que tengan una base segura en sus vidas, no sólo me la estaré otorgando a mí, a mis hijos también, puesto que yo soy el modelo en el que se miran. Cuando aprendas a valorarte podrás confiar más en tu propia sabiduría interior. Piensa en esto: si no das valor a lo que haces, y pones más énfasis en valorar lo que hacen los demás, no existirá crecimiento personal. Créeme.
Pensamientos y creencias
Muchos más ejemplos de situaciones en las que no nos damos el valor necesario, son aquellas en las que asumimos responsabilidades familiares, económicas, sociales pensando que nuestra obligación es estar ahí. ¿Eres de las mamás que siempre se encarga de comprar el regalo conjunto de los cumpleaños? ¿eres la hermana que siempre acompaña a los padres al médico, al banco…? ¿eres la amiga o vecina que siempre está dispuesta a hacer un favor, aunque ello suponga reorganizar tu día?
Ahora no respondas: “Es que si no lo hago yo…no lo hará nadie” “Me gusta ayudar a los demás” Esa es tu percepción, te aseguro que si no te ofreces, ya se encargarán entre todos de hacerlo. Si acostumbras a lo demás a pensar que tu lo harás, no vas a establecer límites, pensarán ¿para qué, si ya lo hará ella? Todas las responsabilidades deben ser compartidas, tú no tienes la obligación de ser la salvación de todo.
Voy a contarte con la autorización de la protagonista, una de las últimas sesiones que he tenido, y que engloba esto de lo que estamos hablando. Es una mujer de casi 40 años, mamá de dos hijos. Su dificultad estaba en que al dejar su trabajo por dedicarse a la crianza de los pequeños, había perdido ciertas nociones sobre lo que era ella “mujer” para convertirse en lo que ella describía como “madre”. Bien, se ha decidido a incorporarse al mundo laboral y empieza a encontrar barreras, ojo, barreras que se impone ella. Le habían ofrecido un puesto de gran responsabilidad y después de casi cinco años inactiva, comienza a plantearse si realmente lo merece. ¿A qué creo que tengo derecho? ¿Qué me merezco? Me lo explicaba con fases como estas: “No creo merecerlo, estoy algo oxidada” “Un puesto de menor responsabilidad estaría más acorde con mi situación actual”. Igual estás leyéndolo y te parece extraño su pensamiento, pero no le alejes mucho, porque la gran mayoría de las mujeres hacemos cosas muy parecidas. En el mismo o en diferentes ámbitos. Si empiezas a dudar si tu también te valoras menos, haz el siguiente ejercicio.
Dos sencillas preguntas que como siempre te pido que sopeses con tranquilidad antes de responderlas:
¿Te impones a los demás, marcando límites y delimitando que te valoras realmente?
¿Qué crees que haces para que los demás sobrepasen el límite, y se den la confianza de poder pedir que siempre estés ahí?
Valorarse. Soluciones
He impartido muchos cursos de formación a mujeres, pero los más atractivos y interesantes para mí, eran aquellos en los que participaban mujeres de más de 35 años. Casi al finalizar las clases, aplicaba dos dinámicas de grupo que me ayudaban a ver el concepto que sobre sí mismas tenían las alumnas. Sus caras, las lagrimas, la emoción o sólo un simple gracias, demostraba que normalmente no nos vemos como un valor, nos percibimos con una imagen incorrecta de nosotras, inapropiada de lo que realmente ofrecemos como amiga, familia, hija, madre…
La valoración que de ti misma, la idea que te creas sobre ello, te otorgará muchos beneficios y a todos los niveles de tu vida.
- Tiempo a solas. Das la mayor parte de tu tiempo a los demás, busca un rato para tí. Si quieres una vida saludable, pon atención a lo que necesitas.
- Aprende a decir no.
- No te juzgues demasiado.
- Mantén reuniones constantes con otras mujeres. Es bueno no perder a las amigas. Lee este post, te ayudará.
- Percibe las experiencias como parte del camino de la vida, en lugar de verlo como un problema.
- El día que dudes de tu valor o te “veas algo baja de moral” escribe un listado de tus habilidades. Ponte flores, nadie lo va a leer, es sólo para ti. Responde de forma sincera. Tu vales mucho y lo sabes. Escribe lo que se te ocurra, lo primero que te venga a la cabeza puede ser: “soy una amiga leal, hago mi trabajo de forma honesta, soy buena madre, me cuido para cuidar de los míos, tengo mucho sentido del humor, soy agradable y divertida”…
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